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8M: Igualdad en Disputa – Lo que Unos Defienden, Otros Cuestionan y Todos Debatimos

Por Antonio Tejeda Encinas, presidente PCDD-Participación Ciudadana, Democracia y Derecho

Prefacio y conclusión apriorística

Este texto intenta ser tanto informativo como reflexivo. Plantea preguntas esenciales sobre cómo entendemos y buscamos la igualdad en un contexto lleno de tensiones ideológicas y sociales. Al mismo tiempo, reconoce que este proceso es complejo e inacabado, lo cual es quizás su mayor fortaleza: no busca imponer respuestas definitivas, sino activar preguntas, abrir espacios para seguir caminando juntos hacia ese horizonte compartido.

La igualdad: brújula en un paisaje en disputa (y las voces que la interrogan)

Prólogo: Un mapa que genera preguntas (no solo respuestas)

La igualdad no es un cuadro estático, sino una película en pausa constante. Cada 8 de marzo en España, ese debate se enciende: pancartas que chocan, consignas que se superponen, medios que amplifican fragmentos. Pero tras el ruido hay un silencio incómodo: ¿qué entendemos realmente por igualdad cuando dejamos de gritar?

El artículo plantea que la igualdad es una brújula, no un destino. Pero un lector escéptico podría murmurar: «¿Brújula? Suena bonito, pero ¿sirve para algo si cada grupo tiene la suya apuntando a distinto norte?» Ahí reside el desafío: narrar la complejidad sin perder al que busca coordenadas claras.

Las tres corrientes: un rompecabezas con piezas móviles

1. Feminismo institucional: el arte de lo posible

Lo que propone: Cambiar las estructuras desde dentro mediante leyes y reformas.

Logros: Permisos de paternidad igualitarios, leyes de paridad en cargos públicos, medidas contra la violencia de género…

Críticas: Se le acusa de conformismo, de adaptarse a las reglas del sistema sin cuestionarlo realmente…

Voces ciudadanas

«Queda lo más difícil: cambiar mentalidades, no solo códigos penales.» (Estudiante de Derecho, 22 años)

«Si no fuera por esta corriente, ni siquiera tendríamos base legal para discutir.» (Funcionario de la UE, 45 años)

«Todo esto está muy bien, pero en mi curro, a la hora de ascender, sigue mandando el amiguismo.» (Periodista freelance, 33 años)

2. Feminismo interseccional: el terremoto que quiere replantar el jardín

Lo que plantea: No basta con integrar a las mujeres en el sistema; hay que transformar el sistema mismo.

Enfoque: Analiza la desigualdad de género junto con otras opresiones (clase, raza, orientación sexual..).

Críticas: Su discurso es visto como demasiado teórico y difícil de aplicar en políticas públicas.

Voces ciudadanas

«El único feminismo auténtico es el que combate todas las opresiones, no solo las de género.» (Activista, 28 años)

«Hablan de derrumbar sistemas, pero ¿con qué lo sustituyen? Su utopía asusta más que convence.» (Autónomo, 52 años)

«Ojalá tuviéramos este debate en barrios obreros, donde muchas mujeres no tienen ni tiempo para el feminismo porque están sobreviviendo.» (Trabajadora de supermercado, 39 años)

3. Feminismo liberal-conservador: la libertad como bandera (y como trampa)

Lo que defiende: No imponer cuotas ni intervenciones estatales; cada persona debe decidir su propio camino.

Dilema: ¿La «elección libre» es realmente libre o está condicionada por factores estructurales?

Críticas: Se le acusa de minimizar desigualdades y de confiar demasiado en el mercado.

Voces ciudadanas

«¡Dejen de decirme qué es ser mujer! Yo decido qué quiero hacer con mi vida.» (Empresaria, 40 años)

«¿Y si algunas prefieren cuidar antes que ascender? No todas quieren ser CEO.» (Empleada de banca, 51 años)

«Si el feminismo va de libertad, ¿por qué demonizan a las mujeres que prefieren ser amas de casa?» (Madre de tres hijos, 37 años)

Críticas anti-feministas: la otra cara del debate

No todo el mundo comparte los planteamientos feministas. Existen sectores que ven el movimiento con escepticismo o incluso con rechazo.

Nota: Aunque este artículo se centra en las corrientes principales del feminismo, hemos considerado importante mencionar brevemente algunas críticas al movimiento para ofrecer una visión más completa del debate.

1. “El feminismo ha ido demasiado lejos”

Argumento: Se ha pasado de buscar igualdad a imponer privilegios para las mujeres.

Ejemplo: Partidos como Vox critican leyes contra la violencia de género por considerarlas discriminatorias para los hombres.

Voces ciudadanas

«Ahora resulta que si discutes con tu mujer en la calle te pueden detener, pero si es al revés, nada.» (Taxista, 48 años)

«El feminismo de ahora no busca igualdad, busca revancha.» (Jubilado, 67 años)

2. “La igualdad ya está lograda”

Argumento: En España, hombres y mujeres tienen los mismos derechos, por lo que el feminismo ya no es necesario.

Ejemplo: Campañas como #HombresTambién, que denuncian problemas masculinos ignorados.

Voces ciudadanas

«¿Para qué sirven las marchas del 8M si las mujeres ya pueden votar y trabajar?» (Joven de 25 años)

«Nos tratan como opresores solo por ser hombres, aunque curramos igual de duro que ellas.» (Obrero, 43 años)

3. “El feminismo divide a la sociedad”

Argumento: Enfrenta a los sexos y debilita la estructura familiar.

Ejemplo: Discursos que vinculan el feminismo con la crisis de natalidad en Europa.

Voces ciudadanas

«Antes había familias estables, ahora todo el mundo se separa a la mínima.» (Panadero, 55 años)

«Mi abuelo tenía claro su papel como hombre. Ahora nos han hecho sentir culpables por todo.» (Estudiante de ingeniería, 22 años)

La igualdad como dilema filosófico (y callejero)

El debate sobre la igualdad es un reflejo de la sociedad. Cada persona lo interpreta según su experiencia.

«Aquí la igualdad es que el jefe no me pague en negro, lo demás son teorías.» (Camarero en Lavapiés)

«Esto é como la receta del pulpo: todos queremos que quede bueno, pero cada cocinero le echa el pimentón a su aire.» (Jubilado en un bar de Vigo)

«No me dice qué pensar, pero me hace sentir que mi confusión es parte del proceso.» (Estudiante de Humanidades, 23 años)

La Igualdad como Proceso Colectivo (y Conflictivo)

La igualdad es una brújula en manos de navegantes que discuten la ruta, pero coinciden en no querer naufragar. El feminismo, con sus contradicciones, es la fuerza que mantiene el barco a flote, incluso cuando olas como el anti-feminismo quieran intentan desviarlo.

«No sé quién tiene razón, pero sé que algo sigue fallando.»

Ahí, en esa duda, está el germen del cambio.