Por Hoover Wadith Ruiz Rengifo. Abogado, especializado en derecho penal y penal empresarial. Compliance officer. Colombia.
El gigante de la historia del pensamiento filosófico y casi hagiográfico Platón señalaba que la política es inseparable de la ética.
El filósofo ateniense falló en sus intentos de instaurar su República ideal en Siracusa.
Recientemente, el escritor inglés Robin Waterfield, quien también es ciudadano griego, publica «Platón de Atenas» (Plato of Athens. A life in philosophy) —traducción de Vicente Campos González, editorial Rosamerón, 2024—, donde el autor revela que la filosofía de Platón es hija de su tiempo, de su vida y de una Grecia cansada como la del siglo IV a.C., y algo que nos ha rondado siempre por la cabeza: la mayoría de los filósofos son personas acomodadas económicamente, y este gigante de la historia del pensamiento universal no es la excepción.
El ser rico permite a los filósofos disponer de más tiempo libre necesario para filosofar.
Platón no fue un filósofo fuera del tiempo.
Por manera que no es tan acertado anotar que los filósofos sean seres fuera del tiempo o, como dice Markus Gabriel, que los filósofos contemplan el mundo en cierto sentido como extraterrestres o como niños (Markus Gabriel, «Por qué el mundo no existe», Debate, 2023, p. 26).
Se constata que la filosofía de Platón es producto del momento que vivió, de la democracia desordenada en la Grecia del siglo IV a.C.
Ese momento crepuscular de la democracia en Grecia resultaba ruidoso y un desorden de democracia. Por esto se entiende su aversión a una democracia desordenada y con políticos corruptos.
Su pensamiento se ve reflejado en algunos momentos de su vida: el impacto de la muerte de su maestro Sócrates; su conservadurismo —que es un pensamiento social e ideologías que van en contra del cambio radical (sólo de forma pausada) y el progreso. Un conservador defiende las tradiciones—; haber sido familiar de los oligarcas Critias y Cármides; ser parte de una familia aristocrática, y su rechazo a la democracia participativa.
«Sido más pobre si Platón no hubiera nacido rico».
Desde nuestro think tank Eticon, y en época de recordar La metamorfosis de Franz Kafka por su «Maiversion»: ruidosa obra hermosa que es La metamorfosis, permite prestar esta idea para hablar de transformación del mundo por medio de la ética.
Podemos anotar que mi aversión no es con la democracia como forma de gobierno —que es la más plausible—, sino con su desorden y la existencia de políticos corruptos sin escrúpulos.
Los tiempos actuales son oscuros (Markus Gabriel), inestables, indescifrables (Croix), turbulentos (Alan Greenspan), ruidosos, líquidos (Z. Bauman), gaseosos (G. Lipovetsky), inciertos, desordenados o mejor: el oxímoron de ser un «pánico organizado» revela que el mundo atraviesa por una democracia desordenada con políticos corruptos y sin escrúpulos.
Hemos señalado en otro espacio que no se trata de control, sino de concienciación ética, o mejor decir, de compromiso ético.
La lucha anticorrupción desde el control ya la estamos perdiendo, tanto así que el fraude financiero y la corrupción empresarial se han duplicado en el último año en España (El Mundo, se lee el titular: «Las causas a empresas por corrupción se duplican en el último año», 28/03/2024).
Es curioso que esto suceda en España, que desde el año 2010 —y mejorado en el 2015— tiene establecido en la ley la responsabilidad criminal de las personas jurídicas.
Luego entonces, si bien es cierto que la responsabilidad penal de las personas jurídicas es la herramienta más eficaz para combatir la corrupción (esto no ha cambiado), no es menos cierto que mientras no exista concienciación ética o compromiso ético, las cosas seguirán igual.
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