Miguel Ángel Rodríguez MackayPerú

No hay que judicializar el asunto de los aranceles con EE.UU.

Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Excanciller de Perú e Internacionalista

Estaba cantado que Estados Unidos de América impondría un aumento en el impuesto a las importaciones de productos hacia ese país procedentes del Perú.

Ese impuesto es el famoso arancel que está causando un alboroto y una preocupación en el comercio mundial, y razones no faltan para así considerarlo.

La dinámica del referido comercio planetario en las últimas décadas ha sido lograr liberalizar las exportaciones e importaciones del pago de impuestos, es decir, acabar con las denominadas barreras arancelarias y paraarancelarias que venían entorpeciendo o aletargando la movilidad comercial propia de la globalización económica en un mundo dominado por la interdependencia, es decir, donde todos los Estados y otros actores del comercio mundial, se ayudan recíprocamente.

El gobierno de Donald Trump, con su decisión de llevar adelante el proteccionismo económico, va exactamente en sentido inverso de lo que están buscando los países, es decir, la integración económica profunda, que es el resultado de un proceso progresivo que ha tomado su tiempo conseguir a las naciones de la comunidad internacional, y a las que Trump acaba de dictar aranceles en porcentajes diversos; en el caso peruano es del 10%.

En efecto, la referida integración económica comprende, de menos a más, el establecimiento de una zona preferencial de comercio, generalmente bilateral, luego, una zona de libre comercio, donde ya se pone en evidencia el objetivo de liquidar a los aranceles, enseguida la adopción de la unión aduanera, en que surge la conciencia de bloque económico, después la instalación de un mercado común, en el que actúan los concernidos promovidos por la confianza, luego de ello, la etapa de la unión económica y monetaria, como ha pasado a Europa que cuentan con el euro como moneda común, hasta conseguir, finalmente, la integración económica completa, que es la plenitud del comercio entre las naciones.

Trump no quiere nada de todo lo que acabo de resumir en pocas líneas.

En lo que respecta al Perú, tenemos un tratado de libre comercio cuyo objeto central ha sido precisamente el arancel cero o lo que es lo mismo a no tener aranceles. Es evidente que Trump golpea al TLC que hemos firmado los dos países en respeto del pacta sunt servanda, que es un principio del derecho internacional que consagra el cumplimiento de lo acordado.

Con la referida imposición, Estados Unidos rompe el objeto del tratado; sin embargo, seguiré diciendo que la estrategia peruana –Ministerio de Relaciones Exteriores y Ministerio de Comercio Exterior y Turismo– deberá ser buscar una renegociación del referido TLC, y para eso deberá prepararse un plan de Estado con un trabajo coordinado con la embajada del Perú en Washington, cuidando, eso sí, y todo el tiempo, que domine la diplomacia como regla y jamás la judicialización internacional o la juridización del tema.

Estados Unidos tiene el poder que el Perú no tiene, y no será difícil explicarlo. Actuemos con celeridad, pero pensadamente, cuidando todo el tiempo, de no colisionar con la superpotencia y eso jamás será subordinación si no realismo.