Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay
Excanciller de Perú
La reciente imposición por Estados Unidos al Perú del 10% de aranceles (impuestos a todos nuestros productos que ingresan en su territorio) y el levantamiento de la medida a los pocos días, y por el plazo de 3 meses, confirma que la movida económica de Donald Trump, en el fondo, es fundamentalmente política.
Ningún país aumenta aranceles e inmediatamente los reduce, suspende o elimina, casi como jugando o por capricho. Lo que hace Washington es mover el piso a los países sobre los que ejerce enorme influencia –Perú y la mayoría de naciones del globo–, y entrar en pugna con China, país con el que mantiene una guerra comercial.
Ubiquémonos, entonces, para darnos cuenta que EE.UU. no está en pugna ni en guerra comercial con el Perú. No nos quedemos, únicamente, en mesas de negociación técnicas, que son importantes, si no, interpretemos el mensaje POLÍTICO de la Casa Blanca. Trump cree que el Perú puede ser Panamá que, en un santiamén, luego de la visita del secretario de Estado, Marco Rubio, su presidente, José Raúl Mulino, rompió el acuerdo con China sobre prerrogativas en el Canal de Panamá que le costó sangre, sudor y muertos a EE.UU. a la hora de construirlo.
El Perú JAMÁS deberá hacer lo mismo, pero debe ser consciente que nuestro acercamiento a Beijing –las inversiones chinas ya superaron los 30,000 millones de dólares y en el puerto de Chancay son más de 3,500 millones de dólares en total–, ha generado que Washington nos ponga el ojo. No es un delito hacerlo ni debemos detener la sólida relación bilateral con China.
Lo que debemos hacer es dar pasos agigantados con Washington, en la idea de generar equilibrio mirando nuestra proyección internacional. Eso es política exterior peruana del multilateralismo. Habernos distanciado de EE.UU. al chinanizar nuestra economía, ha sido un error. Vamos por donde más quiere EE.UU. y para que sea, eso sí, totalmente compatible con nuestros intereses nacionales, para no parecer país títere, propongo lo siguiente:
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Démosle Corío (Arequipa), que será el puerto peruano ciclópeo del Pacífico.
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Vamos a fondo con el puerto espacial en Talara construido con su total apoyo.
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Démosle los minerales críticos que los atrae sobremanera, como pasa con las tierras raras ucranianas.
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Siendo EE.UU. el socio principal en creación de empleo en el Perú, facilitemos su mayor inversión directa.
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Califiquemos de terroristas a las bandas transnacionales como han hecho ellos con el Tren de Aragua.
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Aceleremos las extradiciones solicitadas por EE.UU., principalmente en los casos de narcotráfico que les urge.
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Decidamos medidas radicales contra la criminalidad: violadores, extorsionadores, sicarios (pena de muerte), porque les preocupa la integridad de sus nacionales, que son más de 1/2 millón al año los que vienen a hacer turismo al Perú, debiendo sus autoridades tener que desalentar que lo hagan.
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Apoyemos la propuesta de Marruecos ante la ONU de autonomía sobre el Sahara Occidental que EE.UU. acaba de ratificar, liderando una avalancha de adhesiones en el planeta.
¡Astucia para hacerlo!