Por:Julio César Henríquez Toro
Presidente y Fundador del Colegio de Abogados del Atlántico
¿En quién confías? ¿La desconfianza se volvió cualidad o costumbre en tus relaciones? ¿Tus más cercanos y queridos te han dicho que eres poco confiable? A muchas personas les encanta la adulación. Esa exaltación permanente de sus logros, alimentando egos o esperando aplausos, reconocimientos o aprobación de todo lo que hacen, es una mala consejera: Prefiere la crítica, no el elogio falso.
Cuando veo un jefe que está esperando su comité de ovaciones y risas fingidas, aunque sus comentarios sean irrelevantes y sus chistes poco agraciados, me detengo a mirar qué es lo que buscan esos aduladores que tristemente se han quedado sin criterio, para ganarse la preferencia o la cercanía de quién tiene el poder o toma las decisiones.
El mejor equipo no es el que siempre te aplaude. Son quienes están dispuestos a decirte lo que piensan, sienten o consideran, aunque no te agrade. La lealtad no es un asunto de halagos, servilismos, ni lisonjas. Es el músculo de las convicciones. Es muy difícil serle leal a quien no se le cree, a menos que sea un deber, una obligación o una gran responsabilidad.
Quien te quiere de verdad no te dice exclusivamente aquello que quieres escuchar, ni se concentra en lo que te gusta. El valor de un confidente, amigo o leal asesor está en encontrar el punto de equilibrio entre su opinión y el criterio imparcial sobre cualquier situación que se aproxime lo más posible a la solución o la verdad. ¿Tienes alguien así?
La confianza es el oxígeno de las buenas relaciones. Sin ella todo vínculo queda reducido por interés, necesidad, incertidumbre, inseguridad, escasez o urgencia, a un mero contacto sin la certeza que ofrece la prueba. Creer es el primer paso para confiar. Y si no te creen, entonces hay que revisar cuál es la imagen que estás proyectando, o qué es lo que impide que puedan confiar en ti.
La ‘Confiadulación’ es la cercanía, mérito, tributo, honor, valoración o prestigio conferido a quien alaba, elogia, agasaja o actúa en función de loar de forma exagerada para ganarse favores, preferencias, amistades y confidencias de alguna posición de poder, autoridad o jefatura. Es el funeral de la sinceridad ofreciendo una fiesta en la casa de la hipocresía. La vanguardia de la treta en la era de la arrogancia. La caricia de la traición sonriéndole al fracaso. La fe del ego.
Quien se queja de que su equipo no hace la tarea, probablemente carece de liderazgo. Reclama sinceridad, exige franqueza, confía en quienes te creen, apoya a los mejores, estimula la reflexión, premia la autocrítica y pondera la eficiencia sumada a la honestidad para que no te corte las alas la ‘Confiadulación’.
@JulioCesarHT