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Argelia, el Polisario, y el Sáhara occidental, 50 años después

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Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay / Excanciller del Perú e Internacionalista.

Este 2025 se cumplen 50 años del problema del Sáhara occidental que nunca debió serlo. Sus promotores, esto es, el Polisario, que surgió inicialmente contra la ocupación española, y Argelia, el vecino de Marruecos, que lo usó todo el tiempo pensando en sus forzados planes geopolíticos atlánticos, creando ambos, la ficticia República Árabe Saharaui Democrática – RASD, nunca antes concebida por nada ni por nadie -no hay registro de nada que se parezca a un movimiento de liberación nacional construido en el tiempo, ni siquiera desde el año de la independencia de Marruecos (1956) y mucho menos de hallazgos jurídico-políticos de progresiva composición por autodeterminación-, actuaron sin importarles el destino de las poblaciones saharauis, definidas por sus construcciones tribales en el extenso desierto del Sáhara occidental.

Así, inventaron argumentos para desnaturalizar la intrínseca vinculación histórico-política de los saharauis con el sultán (hoy rey) de Marruecos, evidencia inobjetablemente reconocida por la Corte Internacional de Justicia en su Opinión Consultiva (1975), a poco de producirse la histórica Marcha Verde (6 de noviembre, 1975), por la cual más de 350 mil marroquíes, ante el llamado de su monarca, se dispusieron hacia el Sáhara Occidental, su Sáhara, confundiéndose con los saharauis al mostrar juntos la estrecha vinculación que han mantenido a largo del tiempo, y que los hizo partes de una sola patria: Marruecos.

Esta única verdad, base de la nación marroquí, ha sellado la integridad territorial de Marruecos, garantizando a la mayoría de los saharauis gozar de una alta calidad de vida, una respuesta del reino a la aceptación voluntaria de las tribus saharauis de su referida fortísima vinculación por subordinación al monarca. Los insistentes intentos por frustrar todo lo que estoy narrando, han sido desbaratados, una vez más, por los jefes de las tribus, en el marco de la reciente III Conferencia del Movimiento Saharauis por la Paz, en Islas Canarias. Argelia, entonces, que ató con apoyo del Polisario, el problema que montó, deberá desatarlo. Llegando al 2025, a ambos no les ha importado afectar a los propios saharauis, principalmente a los cautivos en los campamentos de Tinduf (Argelia).

El mundo sigue cambiando y el régimen argelino debería mirarse al espejo, pero no de costado, pues sacarle la vuelta a la única verdad sobre el Sáhara marroquí, podría amenazar la vigencia de sus mandos militares, obligados a actuar con realismo para sepultar la mentira construida, al arriesgar los propios intereses nacionales de Argelia, si no basta mirar al presidente de Ucrania, enfrentándose a Trump, que sigue aliándose a Rusia, tradicional soporte argelino.

Los 50 años transcurridos solo han producido matemáticas políticas de puras restas para Argelia y para la región del Magreb, volviéndola inestable y violenta como el Sahel africano. Argelia debe recapacitar correspondiendo a la Resolución 2756 del Consejo de Seguridad de la ONU (31.OCT.2024), que le ha requerido interactuar decididamente –tiene en sus manos la forma de hacerlo– para la solución del problema del Sáhara Occidental, y el Polisario, no será mayor problema, pues como siempre, hará todo lo que Argelia decida.

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