PCDD – Global

El hombre ha olvidad su sensibilidad

Por Hoover Wadith Ruiz Rengifo
CEO de la Asociación colombiana de Derecho penal empresarial ASCOLDPEM

El hombre se ha olvidado de la sensibilidad. Llevo años tratando de hablar de esto. He fracasado en comunicar este mensaje: la falta de sensibilidad es la causa principal de nuestra decadencia como seres humanos.
He dedicado mucho tiempo al estudio de la dogmática del Derecho penal. Estoy orgulloso de haberlo hecho. He realizado estancias de investigación en los países que han tenido el protagonismo teórico del estudio del Derecho penal de gran influencia en la doctrina de nuestro país, como lo son Alemania, España e Italia. Me refiero a Friburgo en el Instituto Max Planck, Módena, el Instituto Cicu de Bolonia, en Italia y la Universidad de Salamanca en España.
Hasta ahora, la teoría del delito no ha dado en el punto, no ha contribuido en nada al progreso del hombre en su parte fundamental que es la afectiva: la sensibilidad.

Exhorto a que cualquier penalista me indique cuestión distinta. Retomo una frase de Al Gore “lo que nos mete en problemas no es lo que no sabemos, es lo que sabemos con seguridad pero que no es así” La bien elaborada dogmática alemana, haciendo uso de un discurso excelente, excelso, de prurito, único, envolvente y serio, ha permitido en ciertas ocasiones convertir el tema penal en matices muy filosóficos. Problemas filosóficos.
Observe, y lo diré hasta la saciedad, se desgastaron casi 30 años discutiendo qué es una acción para concluir que definitivamente interesa al Derecho penal sólo aquello que es jurídicamente relevante. Nuestro tiempo ha cambiado. La globalización y la misma internacionalización que las tecnologías conducen en los últimos tiempos nos permiten entender un cambio de dirección cosmopolita o como dice Ulrich Beck: Generación Global. El discurso penal del mundo ha estado dentro de los límites de un nacionalismo metodológico ya insostenible y obsoleto. El cambio generacional global, invita a una posición también global.

En materia de pensamientos se exige una alianza como lo he señalado en otra oportunidad. La dogmática aparece ya desgastada. Debemos apuntar por otros paradigmas: el global. Un mundo globalizado, que ya es una realidad, demanda visiones globales en todas las áreas del conocimiento, amén de la necesaria remisión a la técnica y la tecnociencia que son las que más horizontes abre hoy, dice Lipovestky que “lo que inventa el porvenir, cambia el presente y la vida e inspira a los creadores”; de hecho, la Política está mandada a cambiar su estrategia si quiere sobrevivir. El cambio climático es un problema que la ciencia y la tecnociencia demuestran su urgencia y peligro. Mencionamos el desarrollo de una ciencia, tecnociencia y ahora el mercado responsable.

Así las cosas, desde esta perspectiva moderna, posmoderna y con mayor protagonismo en la actual hipermodernidad, el dogma paterno está llegando a su fin, por ejemplo. Ya es insostenible. La Política no acepta ni reconoce el problema del cambio climático, porque de hacerlo, la obligación moral de hacer cambios sería inevitable. Es dable reconocer que el Derecho penal ha estado fuertemente influenciado, esta vez de forma más clara, por la Política. Y mientras ello sea así y no exista cambio generacional en la forma de la Política, las cosas seguirán intactas. La tendencia del mundo nuevo se verá friccionada constantemente.

Si nuestra disciplina penal no se nutre de la ciencia o atiende la tendencia de las ciencias y las tecnociencias, estará condenada a ser relegada, como ya lo es la filosofía. El científico británico Stephen Hawking, señala de forma cáustica que “la filosofía ha muerto”. Hay situaciones del mundo que ya no son verdades, para utilizar un término más consensual o sinceridades. ¿La filosofía ya no está justificada en este mundo?, porque la ciencia y la tecnociencia descubren otra cuestión. Ejemplo palpable es el cambio climático. Es una realidad. Atrás quedan los porqués de la filosofía; ahora, con la técnica, aparece es el cómo de las situaciones de nuestra vida. El horizonte cambia de paradigma. El mundo ya no está centrado en tantos porqués, se exige el cómo de las cosas. Este es el campo que abre hoy la técnica. Apertura que viene dada por el fenómeno de la globalización, la que permite sustituir las ideologías por la técnica. El peligro de esta cuestión, como advierte el Papa Benedicto XVI en su Tercera Encíclica es que esta se transforme en un poder ideológico, o como ha dicho Ernesto Sábato en “la Resistencia”, hay una idolatría por la técnica.

Un ejemplo de esta nueva tendencia se encuentra en el hecho de que, a pesar de la negativa de cierto grupo de la Política, la ciencia demuestra que la parte más vulnerable de nuestro sistema ecológico, la atmósfera, está siendo afectada ostensiblemente. Si la ciencia está diciendo que estamos acabando con la atmósfera, ¿Por qué la Política no hace los correctivos? Demuestra que Política y ciencia van por camino distinto. La resolución de esta distancia se resuelve con la sensibilidad perdida.

El eslabón perdido en la felicidad del hombre es la sensibilidad. Un primer paso será concebir a la Política Criminal; ahora digo que también la simple Política como «ciencia». En esta dirección se busca humanizar la Constitución.

Así las cosas, con el avance de la obligada tendencia de la ciencia y la tecnociencia, la Dogmática como ciencia ralentizan su fuerza. “La Política no puede nutrirse de dogmas gastados que la han socavado constantemente durante mucho tiempo” Expresa Obama en su discurso de posesión como presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. La tendencia es una Política sin dogmas gastados. Esta tendrá que nutrirse necesariamente conforme al nuevo mundo de la ciencia y la tecnociencia.

Y aquí, la Política tradicional basada en falsas promesas, disputas mezquinas y dogmas gastados desaparece, puesto que la ciencia y la tecnociencia dibujarían algunos problemas reales que requieren de cambios al que la política preconcebida no está dispuesta superar. Los dogmas ya están desgastados; por ende, el paso obligado de forma indefectible es a la Política Criminal como ciencia.

Mejor decir, el debate sobre la legitimación, el método y el objeto del Derecho Penal se ha trasladado indefectiblemente a la Política Criminal. Pero esta subsistirá en este nuevo mundo si se nutre de la ciencia y la tecnociencia, no cabe duda. Ya no es dable hablar de Dogmática, ahora es de Política, pero como ciencia, desde la ciencia y la tecnociencia. Este es el cambio de paradigma que nos gesta el nuevo mundo. En este proceso cambiante (paso obligado) ocupa un papel central: La sensibilidad. El mundo siempre ha estado en una lucha constante de realidad o ficción. La literatura, el arte, la vida misma han pasado por estos filones. Escritores como el reciente desaparecido Harold Pinter se han preocupado por este tema. Ya lo expresó cuando recibió el premio nobel de literatura: “lo que es realidad ahora mañana no lo es, o viceversa”

Hace dos décadas, el mundo cambió de manera sustancial. En los últimos cinco años ha cambiado nuevamente. Un post nuevo mundo. Una posglobalización se ha configurado. Con razón expresa Kenichi Ohmae: “El próximo escenario global interpreta tal y como yo lo veo. Hace veinte años, la globalización no era más que un término, un concepto teórico. Hoy día es una realidad. El próximo escenario global es parte de un proceso para entender las nuevas reglas que rigen en este mundo nuevo, y muy a menudo no existen reglas que sirvan para explicar adecuadamente aquello que experimentamos ahora en el diario acontecer” La Tercera encíclica del papa Benedicto XVI caritas veritate señala que «la globalización no es, a priori, ni buena ni mala. “Será lo que la gente haga de ella. Debemos ser los protagonistas, no las víctimas, procediendo razonablemente guiados por la caridad y la verdad”. Y se precisa en la encíclica mentada que «la globalización es un fenómeno multidimensional y polivalente, que exige ser comprendido en la diversidad y en la unidad de todas sus dimensiones, incluida la teleológica».

A decir verdad, vivimos en un mundo entrelazado e interdependiente unido en todos los aspectos de nuestra vida por la economía. El cambio paradigmático en la mitad de la década se fija de un marco conceptual nacional a un marco conceptual cosmopolita6 que está pendiente de desarrollo, expresa Ulrich Beck. Dicho sea de paso, señalar que ese cambio paradigmático es necesario para que la Sociología pueda cumplir con la función de ciencia de la realidad que reclama para sí. Se ha pasado del tradicional Estado —nación a la Región— Estado. Este último enfoque en la mejor unidad de prosperidad en el escenario donde la humanidad ha pasado al mundo sin fronteras y digital, un teatro global, señala Ohmae. Sin embargo, esta unidad de prosperidad puede ser mejorada, dice Ohmae, al aglutinarse de manera informal en organizaciones más grandes, como la Unión Europea o el naciente grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y cada vez más países se unen a este grupo. Un discurso post globalizado parte de la base de la constatación, que la globalización es ya una realidad como señala el señor, Kenichi Ohmae.

El asunto es, ¿qué sigue? En primer lugar, se requiere de un cambio de perspectiva: el cosmopolita. La realidad social de hoy, dice Beck de la modernidad globalizada que se caracteriza por los ámbitos de acción globalizados del capital, la expansión de la tecnología de la comunicación y del transporte, la formación de movimientos globales de la sociedad civil, el surgimiento de redes terroristas globales, el impacto de los riesgos y la crisis que ahora se ponen de manifiesto, ha abierto una profunda fisura que afecta en su esencia a la primera modernidad, en sus premisas básicas de frontera, seguridad y racionalidad, cuestionables.

Los grandes problemas de este nuevo mundo giran en torno a la economía global, dentro del contexto de una generación global como expone Ulrich Beck. Señala el autor, que Chernóbil y el 11-S, la crisis ecológica y los atentados terroristas, Amnistía Internacional y Coca Cola vienen a indicar lo que hoy en día forma parte natural del ámbito de experiencia y acción de la generación emergente. Ámbito que ya no puede comprenderse como unidad limitada en términos nacionales, sino que está determinado por dinámicas de carácter global. El próximo escenario global estará marcado por una perspectiva cosmopolita; En primer lugar, debemos estar conscientes de esta visión global a los problemas actuales; En segundo lugar, el desarrollo de una cosmovisión y una “autovisión transfonterizas”; En tercer lugar, el manejo de un simbolismo y lenguaje propios; En cuarto lugar, unas formas de actividad y unos objetivos propios de este nuevo paradigma.

La inteligencia sensible fija una visión cosmopolita. Una respuesta global. Es parte de una generación global. Hay nuevas situaciones existenciales, nuevas pretensiones. Nuevos vínculos. Nuevos peligros y esperanzas. Nuevos miedos. Nuevos valores. Nuevos conflictos.
La inteligencia ecológica estaría bajo el predominio del nacionalismo metodológico, dentro de una perspectiva limitada al ámbito del Estado nacional; ya que su realización aparece marcada por profundos contrastes y líneas divisorias, como lo refleja el abismo del llamado Primer Mundo y los demás. El límite será en todos los aspectos, la desigualdad de las situaciones sociales mundiales, pues por más inteligencia ecológica que se configure, los mercados y la brecha entre ricos y pobres no permiten que esta inteligencia ecológica opere.

Es más atinente nuestra visión de inteligencia ecológica que va más allá. La sensibilidad acerca a ricos y pobres. Una sensibilidad global. El nuevo mundo que brillantemente delineó en su oportunidad Castells entronizó un cambio en las reglas de experiencia, y en general, todos los aspectos de nuestra vida como consecuencia de la sociedad en red provista por la era de la información. Aquello sigue vigente.

No obstante, en la actualidad, hay un más allá y un más acá. Este mundo que conocimos de la mano de esta radiografía hecha por Castells, la que consideramos la mejor descripción sobre el nuevo mundo, ha cambiado. En la última década el cambio es claro. La visión de un nuevo mundo dado por la sociedad en red y la puesta en marcha de una era del vacío como denunciara Lipovestky ha dado una vuelta vertiginosa y rápida en poco tiempo. Hay aún esperanza. Otro mundo es posible. Uno mejor. La crisis mundial económica, ha puesto en discusión que el asunto no se trata sólo de modelos económicos fallidos, si no de la búsqueda de un cambio en la condición humana. Así lo ha hecho entrever la última obra de Vicente Verdú: El capitalismo funeral. Definitivamente, también es una crisis de los derechos humanos. La tercera encíclica del papa Benedicto XVI (Ratzinger) del 7 de julio de 2009 caritas veritate (Caridad en la verdad) es un documento que condena de forma fuerte los abusos del capitalismo y aboga por un mundo más ético y justo. Tanto es así, que habla de una profunda reforma a la ONU y del sistema económico y financiero mundial. El fallecido Papa Benedicto XVI señaló en la encíclica que: “la crisis nos obliga a revisar nuestro camino a darnos nuevas reglas y a encontrar nuevas formas de compromiso, a apoyarnos en las experiencias positivas y a rechazar las negativas. De este modo, la crisis se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo” El hombre no ha progresado en lo que tiene que ver con la parte afectiva. Hace varios años (1966) el genio del humor crítico Mario Moreno Cantinflas, en su película SU EXCELENCIA: “Estamos viviendo un momento crucial, en que la humanidad se enfrenta a la misma humanidad. Estamos viviendo un momento histórico, en que el hombre científica e intelectualmente es un gigante, pero moralmente es un pigmeo” El hombre se ha olvidado de sí mismo. Un factor medidor es la crisis global de derechos humanos que se avecina. Es posible, dice Goleman que no seamos capaces de superar la crisis actual sólo mediante nuestras decisiones de compra, pero la transparencia radical nos ofrece una manera más de realizar cambios esenciales. La grave amenaza que nos señala el calentamiento global y las sustancias tóxicas en los objetos que a diario consumimos, nos advierten de forma ostensible que somos los culpables de esto. Los problemas actuales y con ello la crisis global, más que económico, es de la vida misma. La actividad humana es la principal causante de esta crisis que esta vez afecta al mismo hombre. No es un problema de capital. Mejor, si lo es. Pero lo que se demuestra es un cambio en la condición humana, ahora más con la Inteligencia Artificial.

Esta crisis por donde se le vea toca de forma enorme al hombre mismo. Es el hombre mismo que está en juego. Todo este juego de actividades pone en peligro es la madre Tierra. Se gesta en desagradecimiento por nuestra casa. Nuestro albergue está en peligro. La política mundial con el ascenso del expresidente Barack Obama al poder precisó de una esperanza, que en los últimos tiempos se ha visto amenazada con la llegada de Donad Trump por segunda vez a la presidencia de los Estados Unidos. Empero, sin rodeos, confesamos que el panorama de la actividad humana con el planeta es desolador. Desesperanzador y de gran desesperación. Así en el mercado, la tendencia con toda esta crisis es apuntar por lo ecológico. Hemos pasado de la regla básica tradicional en los negocios que lo barato es mejor (y que retomó en los últimos años China) a que lo sustentable es mejor, esto es, lo más saludable es lo que importa, y en últimas lo más humano. Es la tendencia del mercado. De lo contrario vamos a desaparecer muy pronto. La fijación es sin duda, el ser humano mismo. Es cuestión de lógica, si no cuidamos la casa donde habitamos, ¿Dónde viviremos? La tendencia verde, pero más allá está la ecológica descartando el greenwashing, se ciñe a una sola cualidad, la sensibilidad. A nuestro modo de entender, una inteligencia sensible. Nuestro cerebro (infra) ha hecho enormes avances. El proceso evolutivo es ingente, no cabe duda, empero en cuanto a la sensibilidad o el afecto está estancado. Esta crisis global se supera con inteligencia sensible.

La exigencia y práctica de innumerables actitudes para frenar el calentamiento global son, en suma, actitudes propias cargadas de sensibilidad. Son más efectivas. Si se actúa con sensibilidad se propicia mejor nuestro cerebro. Lo ecológico es un buen punto de partida, pero más que nada, es mejor una inteligencia sensible. La sensibilidad permite entender que es tarea de Usted y mía. De todos. Y Ya. En la actualidad la información sobre este problema es abultado, hasta la acentuación de grandes documentales como una verdad incómoda (a in convenient truth), o Tierra, que dibujan dicho efecto negativo al planeta. No hay excusa de información al respecto. Los problemas mayúsculos que actualmente se presentan, y que esta vez, tocan de forma directa al hombre, se explican desde el mismo cerebro del hombre.

Señala Daniel Goleman, ningún elemento de nuestro pasado evolutivo ha preparado a nuestro cerebro para detectar amenazas menos palpables como el progresivo calentamiento del planeta, la difusión gradual de partículas químicas destructivas en el aire que respiramos y los alimentos que consumimos, ni para la destrucción inexorable de una gran parte de la flora y fauna de nuestro planeta.

Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Marinas, con sede en España, demostró que un 60% del pasto marino está perdiendo su terreno. El estudio documenta que cada 30 minutos se pierde una hectárea de pradera submarina. Dicho declive obedece a varias causas: el desarrollo costero, con los cambios en los ecosistemas derivados de la sobrepesca; el aumento de vertidos de nitrógeno, fósforo y materia orgánica en estas zonas; las construcciones de puertos y otras infraestructuras en el litoral; la pérdida de oxígeno de las aguas y el calentamiento global.
Señala Goleman que somos capaces de vislumbrar el rostro siniestro de un extraño amenazante y comenzar de inmediato a caminar en la dirección contraria. Pero cuando se trata del calentamiento global, nos encogemos de hombros. Nuestro cerebro es excelente para hacer frente a las amenazas inminentes, pero incapaz de hacer nada respecto a aquellas que se materializarán en un futuro indefinido. (Sacado de nuestro libro: HACIA UN MÁS ALLÁ DE LAS EMOCIONES. La mujer hipermoderna. ¡Podemos entenderlas! UNIEDICIONES, pp. 15-26, 2020).
Hoover Wadith Ruiz Rengifo

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