ArgentinaJorge Antonio Di Nicco

El papa Francisco sobre la IA

por Dr. Jorge Antonio Di Nicco

El papa Francisco, en su discurso en la sesión del G7 sobre inteligencia artificial, en junio de 2024, expresó que la Sagrada Escritura atestigua que Dios ha dado a los hombres su Espíritu para que tengan habilidad, talento y experiencia en la ejecución de toda clase de trabajos.

La ciencia y la tecnología son, por lo tanto, producto extraordinario del potencial creativo que poseemos los seres humanos; y la inteligencia artificial se origina precisamente a partir del uso de este potencial creativo que Dios nos ha dado.

Dicha inteligencia artificial es un instrumento extremadamente poderoso, que se emplea en numerosas áreas de la actividad humana y es lícito suponer que su uso influirá cada vez más en nuestro modo de vivir, en nuestras relaciones sociales y en el futuro, incluso en la manera en que concebimos nuestra identidad como seres humanos.

Este poderoso avance tecnológico es el que hace de la inteligencia artificial un instrumento fascinante y tremendo al mismo tiempo, y exige una reflexión a la altura de la situación. 

La inteligencia artificial es sobre todo un instrumento y resulta espontáneo afirmar que los beneficios o los daños que esta conlleve dependerán de su uso. El ser humano siempre ha mantenido una relación con el ambiente mediada por los instrumentos que iba produciendo y no es posible separar la historia del hombre y de la civilización de la historia de esos instrumentos.

Es muy probable que, en un futuro no lejano, los programas de inteligencias artificiales puedan comunicarse directamente entre sí, para mejorar su rendimiento. Y, si en el pasado, los seres humanos que utilizaron herramientas simples vieron su existencia modelada por estos últimos, ahora que los seres humanos han modelado un instrumento complejo, verán que este modelará aún más su existencia.

La inteligencia artificial está diseñada para resolver problemas específicos, pero para quienes la utilizan la tentación de obtener, a partir de las soluciones puntuales que propone, deducciones generales, incluso de orden antropológico, es a menudo irresistible. Un buen ejemplo es el uso de programas diseñados para ayudar a los magistrados en las decisiones relativas a la concesión de prisión domiciliaria a presos que están cumpliendo una condena en una institución penitenciaria. 

Olvidar que la inteligencia artificial no es otro ser humano y que no puede proponer principios generales, es a veces un gran error que parte de la profunda necesidad de los seres humanos de encontrar una forma estable de compañía, o bien de un presupuesto subconsciente, es decir, de la creencia de que las observaciones obtenidas mediante un mecanismo de cálculo estén dotadas de las cualidades de certeza indiscutible y de universalidad indudable.

La reflexión del Papa sobre los efectos de la inteligencia artificial en el futuro de la humanidad lleva a la consideración de la importancia de la “sana política” para mirar con esperanza y confianza nuestro futuro. La sociedad mundial tiene serias fallas estructurales que no se resuelven con parches o soluciones rápidas meramente ocasionales. Hay cosas que deben ser cambiadas con replanteos de fondo y transformaciones importantes. Sólo una sana política podría liderarlo, convocando a los más diversos sectores y a los saberes más variados. Corresponde a cada uno hacer un buen uso de la inteligencia artificial, y corresponde a la política crear las condiciones para que ese buen uso sea posible y fructífero.

En febrero de este 2025, el papa Francisco, en un mensaje dirigido al presidente francés con motivo de la Cumbre de Acción sobre Inteligencia Artificial que se celebró en París, pidió la creación de una plataforma en la que estas nuevas tecnologías puedan ser una herramienta para luchar contra la pobreza, proteger las culturas, la ecosostenibilidad. El Papa se preocupa de que no se desatienda la voz de los pobres, de los que no son escuchados, de los que no suelen participar en los procesos de toma de decisiones. Confía en que la Cumbre de París trabaje por la creación de una plataforma de interés público sobre la inteligencia artificial, para que cada nación pueda encontrar en la inteligencia artificial una herramienta para su propio desarrollo y para la lucha contra la pobreza, pero también para la protección de sus propias culturas y lenguas locales. Sólo así cada pueblo de la tierra podrá contribuir a la creación de los datos utilizados por la inteligencia artificial, para que reflejen la verdadera diversidad y riqueza que caracteriza a nuestra familia humana.

Por último, es de citar la Nota Antiqua et Nova, de enero de este 2025, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y del Dicasterio para la Cultura y Educación sobre la relación entre inteligencia artificial e inteligencia humana https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2025/01/28/0083/01166.html#spa