Miguel Ángel Rodríguez MackayPerú

Nicolás Maduro y la ventaja de su cercanía a Putin

Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay / Excanciller del Perú e Internacionalista.

Así es el juego del poder en medio de la guerra en Europa del Este. Lo que quiero decir es que, mientras Estados Unidos de América busca convencer a cualquier precio a la Federación de Rusia para aceptar el alto al fuego en el conflicto armado que mantiene Moscú con Ucrania, desde el 24 de febrero de 2022, Vladimir Putin, presidente ruso, aprovecha esta circunstancia para mostrar en las narices de Washington, la estrecha vinculación del régimen moscovita con el dictador llanero, Nicolás Maduro, quitándole margen de maniobra a Donald Trump como para que se aventure a cuestionar dicha relación que data de los tiempos de Hugo Chávez.

A Donald Trump no le quedará otra alternativa que hacerse de la vista gorda porque debe priorizar sus objetivos geopolíticos y estratégicos. Si miramos con mayor profundidad este asunto, no deberíamos escandalizarnos, pues Washington sabe muy bien que deberá acomodarse a las nuevas circunstancias para recuperar la hegemonía mundial. Recordemos que la paz es para Trump solo un medio y no el objetivo más importante de su gestión. En efecto, para la Casa Blanca es indispensable crear las condiciones de un mundo dominado por la paz, y luego ir con todo contra China y cualquier otro obstáculo, en su deseo de recuperar el liderazgo planetario.

Putin sabe que Trump no duerme pensando en conseguir la paz, de enorme rentabilidad política interna e internacional, y de enorme prestigio para el gobernante neoyorquino. Es verdad que Trump piensa en la paz, pero también lo es que piensa más en China que busca alcanzarlo y sobrepasarlo. Tampoco es que Putin deberá demorarse mucho tiempo para cerrar con Trump el acuerdo del alto al fuego en la guerra con Ucrania, que será ventajoso las dos partes sin duda alguna.

En medio de esta vorágine de secuencias diplomáticas, simultáneamente realizadas con los actos de combate entre las partes para acabar la guerra entre Rusia y Ucrania, el dictador Maduro se muestra fresco como una lechuga, pues sabe que mientras esté pegado al que tiene poder (Rusia), podría andar como pez en el agua o si prefiere con la confianza indispensable para conseguir el objetivo, un ejercicio que no debería exigir mayor deducción, pero que lamentablemente todos vimos que no hizo nada el presidente ucraniano Volodímir Zelenski cuando visitó a Trump en la Casa Blanca.

Estoy persuadido que la paz se dará de todas maneras y aunque el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, fijando su puntería en Moscú y Kiev, ha dicho que es imprescindible que “dejen de estar disparándose”, lo que está diciendo en realidad es que el alto al fuego es el único primer signo para construir dicha paz entre ambos países. Veremos qué decide Putin, mientras se muestra vigoroso ante Estados Unidos estrechándose con la Venezuela de Maduro.

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