Por Miguel Ángel Rodríguez Mackay / Excanciller del Perú e Internacionalista.
El alto el fuego entre Israel y Hamas iba por buen camino hasta que el gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, decidió levantarlo la semana anterior, al considerar que Hamas en realidad no quiere seriamente cerrar los acuerdos para consolidar el alto el fuego, y acaso allanar el camino para las condiciones de paz.
Por esta situación fueron reanudadas las hostilidades en la Franja de Gaza, con ataques en el hospital Nasser, en el sur de Gaza, en clara contravención con los Convenios de Ginebra sobre Derecho Internacional Humanitario de 1949 y tipificando como crimen de guerra de conformidad con el artículo 8b incisos i), iv) y vi) del Estatuto de la Corte Penal Internacional.
Lo que está sucediendo es una completa desgracia para la paz consagrada en la Carta de San Francisco de 1945, que es el tratado constitutivo que le dio vida a la Organización de las Naciones Unidas, el mayor foro político del mundo. Si Israel tiene la evidencia de que en el referido nosocomio gazatí se encuentran miembros de Hamas, pues deberá esperar que los terroristas abandonen el establecimiento médico.
En ningún caso, con los extremistas dentro, podría atacar en la idea de eliminarlos, acabando con vidas inocentes como ha pasado en la víspera. A pocos días de finalizar el mes de marzo de 2025 -en octubre serán dos años del inicio de la guerra-, las reglas del derecho internacional humanitario no existen en Gaza, han sido violadas por las dos partes en combate hasta con imputaciones de sus principales autoridades o mandos, ante la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia, y las poblaciones de Israel como de Palestina se han expresado, como era de esperarse, mayoritariamente en contra del conflicto, los primeros, esperando la liberación de los cerca de 58 israelíes rehenes que aún permanecen cautivos, incluidos un número indeterminado de muertos, y el retorno de los palestinos que se encuentran en las cárceles de Israel.
Será bueno recordar que los derechos de los civiles que se hallan en medio de la guerra y que no son parte de ella, deberán priorizarse por encima de cualquier planteamiento o estrategia de las partes en el acto de guerra, considerando lo que la doctrina conoce como núcleo duro de derechos.
La persistencia del conflicto no va a conducir a ningún resultado positivo para las partes ni va a dar una atmósfera de paz al Medio Oriente que tanto se quiere. Ante esta realidad, la diplomacia no puede bajar la guardia, debiendo invocar todo el tiempo, a Israel y Hamas, a detener la guerra que siempre se cobrará con los inocentes. Hallándonos camino al segundo año de los enfrentamientos, entonces, resulta muy grave la normalización de los delitos imputados en tiempos de conflicto armado, como es el caso del crimen de guerra, a que me he referido líneas arriba, y que inobjetablemente se produjo contra los israelíes masacrados el 7 de octubre de 2023, como lo que seguimos viendo contra la población civil gazatí.
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